La escultura se ha utilizado como forma de expresión humana desde hace miles de años. La realización de una obra en tres dimensiones ofrece muchas posibilidades y es una actividad poderosa y muy terapéutica que implica tanto la toma de decisiones conscientes como un acto de equilibrio liberador y algo inconsciente. Trabajar en una idea en solitario y elaborar el objeto a puerta cerrada permite una contemplación constructiva, pero (en las últimas fases de la producción) la disciplina permite una conversación más abierta con artesanos y especialistas sobre la mejor manera de refinar y finalizar una forma. Existe una sana necesidad de justificar y cuestionar todo lo relacionado con el motivo por el que se hace y se da vida a la obra de arte. Si no puedes hacerlo, ¿cómo puede un artista esperar ganarse el respeto y el patrocinio de su público?